10 dic 2009

Cristiano Ronaldo brilla con luz propia frente al Marsella



Cristiano Ronaldo vivió el martes una de sus grandes noches en el Real Madrid. Tras unos días tumultuosos por la expulsión ante el Almería, el delantero volvió a demostrar que es una máquina de ganar partidos. Tras su exhibición en Marsella, el astro atendió a AS: "Todo el equipo jugó un buen partido. En mi caso, no digo que haya sido el mejor que he disputado con el Madrid en Champions, porque llevo poquitos, pero estoy muy feliz. Todavía no me encuentro al cien por cien, puedo dar más de mí. La pena que tengo es que no jugaré en Valencia".

Fue un partido marine, de los que merecen una medalla que se prenderá en el trozo de uniforme que no esconda una fractura. Empezaron ellos, pero acabó Casillas. El yerno ideal liquidó a un maciste en la flor de la vida como quien arroja la bomba atómica, para evitar futuras bajas. Casillas ya no es un capitán, es un estadista. El Olympique, por cierto, falló el penalti que le hubiera consolado mientras el temible Niang se retiraba entre sollozos, la cabeza alicatada y el brazo colgando.

Esa imagen del soldado en retirada sirve para señalar que el Madrid ganó en todo. En la guerra y en el amor. Por tierra, mar y aire. Primero resistió el combate físico y después, cuando vio luz, hizo por jugar al fútbol, por ensayar movimientos, por memorizarlos. Si no fue un partido hermoso es porque resultaba imposible bajo ese fuego de morteros. El objetivo era, más bien, una airosa supervivencia, vencer sin molestar mucho.

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