27 jul 2012

Prueba a fondo: Range Rover Evoque (1/2)

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En determinadas circunstancias resulta difícil, muy difícil, probar un vehículo cuando tienes una idea preconcebida del mismo. No siempre resulta fácil abstraerse de todo el bagaje de impresiones previas para realizar un análisis objetivo, o al menos todo lo objetivo que se debiera. Y esto ocurre con el modelo al que nos enfrentamos en nuestraPrueba a Fondo: el Range Rover Evoque.
Son tantas las impresiones positivas que hemos leído en revistas de papel y medios on-line, tan asombrosas las opiniones de conocidos e incluso de gente ajena al “mundo del motor” que ha podido verlo en la calle o en los concesionarios, que inmediatamente nos entra la duda: ¿será realmente tan bueno como dicen?, ¿se nos caerá el mito cuando lo probemos?
Todas estas ideas rondaban por mi cabeza en el trayecto que separaba las oficinas de Land Rover/Jaguar en Madrid del aparcamiento donde debía retirar la unidad asignada para esta prueba, hasta que el ansiado momento llegó y me encontré cara a cara con el modelo inglés. Alumbrado por los fluorescentes del garaje parecía encontrarse medio agazapado en la penumbra, entre varias unidades de sus hermanos de marca. Pero incluso en esas condiciones de iluminación llamaba poderosamente la atención, y más si cabe debido al color de la unidad de pruebas, un vistoso azul (denominado Mauritius Blue) que no hacía sino remarcar sus angulosas formas.
Me acerqué con precaución, observándolo detenidamente, como intentando compenetrarme con él. De repente caí en la cuenta que estaba ante la variante coupé, sin duda la más bonita (sin desmerecer en absoluto a la de cinco puertas), ¡tal había sido el magnetismo de su atrayente frontal! Inmediatamente me aproximé a la puerta del conductor y el vehículo se abrió al intentar accionar la maneta, gracias al acceso sin llave. En la penumbra, debido a la estudiada iluminación LED, se vislumbraba un interior marcadamente tecnológico, con una apariencia realmente fantástica.
Saqué la ficha técnica para saber “a lo que me enfrentaba”. La denominación exacta era: Range Rover Evoque 2.2 SD4 Diesel 4×4 Dynamic Coupé Automático (¡vaya con el nombrecito!). ¡No estaba nada mal! ¡Se habían portado los responsables de la marca! Eché una ojeada rápida al manual del conductor (aunque confieso que ya me lo había leído la noche anterior) y pulsé el botón de arranque (no necesita llave). Un inmediato ronroneo, apenas percibido, se colaba en el interior y las luces de xenón iluminaban el parking delante de mí, al mismo tiempo que la ruleta de selección del cambio automático emergía de la consola central como por arte de magia… Seleccioné la posición “D” y el todocamino británico inició suavemente la marcha.
Una vez salimos al exterior, y con la luz del día iluminándolo todo, las impresiones percibidas en el interior del garaje no hicieron sino mejorar, y no pude evitar fijarme en los transeúntes que se volvían asombrados a mirar el llamativo todocamino. ¡Alguno incluso estuvo a punto de estamparse con un semáforo…! Supongo que era fruto de la expectación, tanto de las bellas líneas del atractivo SUV, como por la posibilidad de que en su interior se encontrara algún futbolista del Real Madrid (el parking está situado junto al Santiago Bernabéu), ¡menuda decepción se llevarían al verme…!.
Aparqué unos instantes en una zona menos transitada, para observarlo más detenidamente y el Evoque se mostró en todo su esplendor…
  • EXTERIOR

No es de extrañar el auténtico “bombazo” de ventas en el que se ha convertido, justo cuando se cumple un año de su entrada en producción (según datos de la marca en los primeros nueve meses se han vendido 80.000 unidades, y en la planta donde se ensambla, en Halewood, se ha tenido que triplicar la plantilla para hacer frente a la demanda). Es un modelo diferente a lo que estamos habituados en el universo SUV actual, con formas angulosas y perfiles muy marcados, con un techo ligeramente descendente y una línea de cintura alta que configuran unas ventanillas laterales diminutas, casi como las de un coupé.
En esta versión de 3 puertas esta tendencia es aún más marcada y resulta francamente sorprendente las escasas diferencias existentes entre el prototipo LRX, del que deriva, y el modelo finalmente comercializado. De hecho hay muy pocos casos en el mercado actual en los que se conserven de una manera tan pura las líneas maestras marcadas por un concept-car. Este fue presentado por vez primera en un ya “lejano” enero de 2008 en el Salón NAIAS (North American International Auto Show) de Detroit.
El frontal tiene un aspecto macizo, casi intimidante (sobre todo cuando nos observa, por el espejo retrovisor, el conductor del vehículo que nos precede) que nos recuerda vagamente a sus “hermanos mayores”, pero con líneas mucho más modernas y vanguardistas, a lo que contribuyen decididamente los faros de xenón con la preciosa iluminación LED (luz de día), la calandra delantera o las enormes aberturas donde se ubican las luces antiniebla.
La parte trasera se distingue por su elevado perfil, con un cristal trasero de reducidas dimensiones “protegido” por un enorme deflector en su parte superior, que incorpora la tercera luz de freno. Por su parte las luces de posición, intermitentes y marcha atrás están dispuestas en unos pequeños conjuntos laterales de atractivas formas e iluminación tipo LED. En la zona inferior los antiniebla delimitan una zona que incluyen las dos salidas de escape simétricas y un difusor con una apariencia similar a la que podemos encontrar en cualquier superdeportivo de altas prestaciones.
De los tres acabados disponibles (“Pure”“Prestige” y “Dynamic”) era este último del que íbamos a poder disfrutar, el cual se caracteriza por su aspecto exterior más deportivo gracias a los parachoques delantero y trasero específicos, así como los laterales, salidas de escape, parrilla delantera, embellecedores y salidas de aire laterales y superiores o la extensión del alerón posterior.
Las enormes ruedas, situadas prácticamente en las cuatro esquinas de la carrocería, equipan llantas de 19 pulgadasde diámetro “Sparkle Silver” con neumáticos Pirelli Scorpion Verde, en medidas 235/55-19.
Una vez superado el embelesamiento que supone admirar sus líneas externas decidimos analizar con ojo crítico el interior. Para poder acceder al mismo, en esta versión 3 puertas, es necesario tener el suficiente espacio lateral, dado el enorme tamaño de las puertas, que se abren y cierran con sorprendente suavidad y ajuste perfecto.
  • INTERIOR

Lo que nos encontramos una vez franqueamos la puerta es un ambiente sumamente agradable, con un diseño actual, pero quizá no tan “rompedor” como la estética exterior nos haría imaginar. La calidad percibida es fantástica, como en todo Range Rover que se precie de tal. Los ajustes son simplemente sensacionales y los materiales empleados solamente pueden recibir un sobresaliente. En esta ocasión la combinación de colores que equipaba la versión probada recibe la denominación “Ivory/Lunar”, que le otorga una gran luminosidad (pese al pequeño tamaño de las ventanas) incluso sin abrir el inmenso techo panorámico de cristal.
Una vez ocupamos el puesto de conducción la postura es elevada, pero no tanto como la de sus hermanos mayores, quizá en ese afán de erigirse en el modelo más deportivo de la casa. La visibilidad exterior es algo precaria debido al reducido tamaño de las ventanas, sobre todo hacia atrás, aunque es cuestión de acostumbrarse. Los imponentes espejos exteriores ayudan a mejorarla, aunque también “comen” algo de espacio visual (y no se pliegan totalmenete). Es relativamente fácil encontrar la postura más adecuada gracias a la multitud de reglajes eléctricos disponibles así como los botones donde memorizar nuestra configuración preferida. El volante multifunción tiene un tamaño y grosor correctos, con un tacto increíble gracias a la piel con la que va forrado. En los radios horizontales se disponen los controles de audio y de configuración del navegador, también se sitúan los controles del teléfono y en la parte posterior las levas del cambio (de un tamaño más que adecuado).
La mezcla de materiales refleja un gusto exquisito, predominando por doquier el aluminio y el cuero en diferentes calidades y texturas. La terminación es excelente y resulta imposible encontrar detalles de acabado (incluso en zonas escondidas) que no estén a la altura.
El acceso a todos los mandos y dispositivos es francamente bueno con la única excepción del pulsador del “warning”(alejado del conductor y no suficientemente bien dimensionado). La información que recibimos es de lo más completa, con una mezcla de relojes analógicos (cuentavueltas y velocímetro) y pantallas multifunción (una entre ambos relojes, de 5 pulgadas, y otra en la consola central, con un tamaño de 8 pulgadas).
Pero como no todo iba a ser bueno, uno de los problemas más evidentes de habitabilidad de esta versión de tres puertas sucede cuando no viajamos solos o en pareja y tratamos de acceder a las plazas traseras. Es evidente que si la familia está compuesta por tres o cuatro miembros deberíamos elegir la versión de cinco puertas por su facilidad de acceso, pero no resulta de recibo que, aunque estas plazas se ocupen ocasionalmente, el sistema de acceso no esté más conseguido. Se ha de desplazar hacia adelante el respaldo mediante un tirador, no ofreciendo el suficiente espacio para entrar o salir (a no ser que te apellides Houdini) y entonces hay que actuar sobre un pulsador que desplaza eléctricamente todo el asiento hacia adelante “a velocidad de tortuga” (¡literalmente!). La maniobra se hace eterna, pudiendo tornarse incluso peligrosa si estamos aparcados en una calle estrecha, o en doble fila, y necesitamos acceder rápidamente al interior (uno de los pocos aspectos a mejorar de este modelo).
En cambio una vez superado este punto las plazas traseras tienen unas dimensiones más que aceptables, donde dos adultos podrán realizar largos viajes con suficientes dosis de comodidad (salvo que necesiten visitar con frecuencia los excusados de las gasolineras en ruta). En la configuración del modelo probado solamente dos pasajeros podían ocupar las plazas traseras con asientos muy marcados con resaltes laterales que evitan los deslizamientos en caso de que el conductor practique una conducción más alegre. Contrariamente a lo que pudiera parecer la sensación no es nada agobiante en estas plazas, pese al tamaño de las ventanillas, gracias a su amplitud interior y sobre todo a la posibilidad de desplegar el techo panorámico de cristal.
No os perdáis la segunda parte de la Prueba a Fondo de este Range Rover Evoque.
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