El equipo de Portugal salió espoleado. Hasta el punto de mostrar su mejor versión ante un equipo de tronío que, aunque no encandila, siempre mata. Sólo le faltó rematar la faena, pero con Rosenberg ya se sabe: esa labor está prohibida. Ya lleva 18 unos contra uno enviados al limbo.
El Sardinero se había convertido por fin en una fiesta. Nadie se metía con Portugal ni con Pernía. Todo eran sonrisas. Había excitación general. Por el juego que se veía y por las noticias que llegaban desde los despachos. Ocasiones y algún fichaje. Todo mezclado. Con tanta euforia, el Racing voló y sorprendió al Valencia con un fútbol repleto de nervio, culminado por el coraje de un delantero, Ariel, que ha reaccionado cuando le buscaban sustituto.
El Racing pudo adelantarse pronto. El palo lo evitó. Hasta que la constancia le llevó al premio. Lo hizo en una jugada de valentía. La jugada se inició con un balón largo de Henrique, la acción se aceleró con un mal despeje hacia atrás de Tino Costa y acabó siendo rematada con un cabezazo de Ariel tras adelantarse a Guaita.
El Valencia fue una sombra hasta que Emery corrigió lo que no funcionada. Tiró entonces de fondo de armario para no desengancharse de la zona Champions. Se encomendó a Soldado y al Chori. Renunció a las bandas para fortalecer el centro. Y la jugada fue maestra. Desde ese momento, su trivote se favoreció de su superioridad, y dejó de correr tras el balón para domarlo y lanzarlo. Así aparecieron las ocasiones y la gran agilidad de Toño.
Mandó, tuvo personalidad y ambición. Empató con un golazo de Tino Costa, que tiene un misil por zurda, y pudo llevarse el partido ante un rival agotado. El Racing se hunde y el Valencia pierde el hilo, así que nadie salió contento con el empate. Quizás el único satisfecho fue Alí, que con tanto ajetreo esta semana igual no ha visto aún la clasificación.
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