En año nuevo de 2010, el Sevilla anunció que Sergio Sánchez no podría
jugar. Una afección cardiaca grave frenó en seco a uno de los fichajes
hispalenses que tenía más proyección. Después: operación en Hamburgo y
vuelta al ruedo. Hoy hace justo un año que saltó a la palestra la
noticia de su recuperación. Los médicos se lo dijeron un día antes.
"Hoy hace un año que me dieron mi mayor alegría. ¡Por fin me daban el
alta para volver al fútbol! Ganaba mi batalla...", dijo el pasado
miércoles el jugador en su cuenta en una red social. El Málaga es su
nueva vida, un reto que le ha devuelto a primera línea de fuego después
de un final con suspense en la disciplina hispalense.
"En principio lo que se le va a hacer es la reparación de su arteria
aorta y, después, se planificará un trabajo de rehabilitación, en
función de cómo vaya evolucionando. Las perspectivas son buenas, pero
hay que ser prudentes, porque tiene un corazón que presenta anomalías",
Juan Ribas, doctor del Sevilla, fue muy cauto en el diagnóstico de la
afección.
Sergio decidió asumir el riesgo de entrar en el quirófano para poder
volver a ser futbolista. Fue en Hamburgo, 29 de abril del año pasado. La
operación salió perfecta y el defensa comenzó entonces un proceso
complejo de recuperación. Su pelea contra la enfermedad se ha
transformado en ejemplo con la escasa perspectiva que le da su año de
actividad física de máximo nivel.
Retornó con el Sevilla. Falto de ritmo jugó siete partidos, seis de
ellos como titular y su nivel no fue el que había exhibido hasta
entonces. El verano olía a cambio. El Málaga le propuso un contrato
hasta 2015 y la oportunidad de resetear sensaciones, de volver a empezar
en un proyecto sólido e ilusionante.
Su saldo de minutos hasta ahora es similar al de su última campaña
vestido de sevillista. También ha disputado siete choques en Liga y
Manuel Pellegrini dispone de él como central y como lateral derecho. El
catalán necesita minutos y ritmo de competición para seguir recuperando
la proyección y los números que tenía cuando salió del Espanyol.
Con un traspaso de 2 millones y medio de euros, la escuadra
blanquiazul apostó por Sánchez cuando en Sevilla no tenía excesivo
crédito.
La efeméride es una de las más felices que la plantilla blanquiazul
puede celebrar en estas épocas navideñas. Hoy, Sergio Sánchez trabajará
junto a sus compañeros con un sentimiento especial: celebra un año de su
victoria en una batalla demasiado obtusa y peligrosa, muy complicada y
dura. Ahora sólo tiene que preocuparse de jugar. Su corazón celebra el
aniversario de su puesta a punto.
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